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TACTO


Navegar entre el todo y la nada. Saber de rutas infinitas y tener que recalar en lo concreto. Baile de contrarios. Hoy estoy instalada en la serenidad pero sé que mañana, no será así, que habitaré un torbellino de ideas y conceptos que atravesarán mi alma. Que harán que la mansedumbre sea un recuerdo no anhelado. Querré volar encontradamente, sin reposo. En desencuentro conmigo misma. Unas veces, rodeada de olvidos, y otras, navegando en la realidad de lo que palpita para ser nacido, imperiosamente, irremediablemente y con intemperancia. Navegamos rutas infinitas entre recuerdos y olvidos, dolor y risa, mansedumbre e iras. Navegamos. Caminamos. Y caemos. Y la mirada siempre alzada. Ser conflicto. Saberse en el conflicto. Reconocerse sólo en el conflicto. Y ser infinitamente lo que uno siente ser.

Hacia un infinito vamos, sin prisa, y aniquilados por la pasión. Incombustible mirada hacia el porvenir. Aquello que palpita por ser nacido y cuyo eco es la primera constatación de que ese algo nuevo llegará. Esperanza. Color. Bucles laberínticos que nos traen, nos llevan. Sin voluntad. Sin olvido. Con esperanza. Nacer y ser absorbidos por un laberinto de emociones insondables. Abrir los ojos al vértigo y querer saltar el abismo, contagiarme por ese oscuro que se refleja en tus ojos, abismo de mi abismo.

Hoy he recordado el sonido de tu mirada. Acantilado. Roca. Mar rotundo. Azul oscuro y gris. Y toda una lluvia tormentosa en tu horizonte. Avanzas. Te sigo. Exclavitud en la senda de mi camino libre.

Sigo el bucle de mi presente, colores inabordables, sensaciones de no serenidad, deseo, anhelo, pasión por todas esas rutas de infinito que nos dejarán llegar al fin, a nuestro horizonte de esperanza. Sin serenidad. Siempre en lucha. Tensión. Pasión. Locura. Esclavitud que nos libera. Presente que nos eleva a las más altas cimas de la mirada, ante la que el cuerpo recobra el vuelo. La estabilidad ya no es posible, es sólo ese recodo del camino que nos tuvo narcotizados, inmóviles, en el absurdo de una mirada que no se siente palpitar.

Hoy he recordado tu nerviosismo. La incapacidad que tiene de serenidad tu alma, tan viva, tan necesitada de laberintos y precipicios sobre los que bordear. Eres incombustible.

Reconocerse en un amor de instintos, de pasión, de conflicto. Sin mansedumbre. No tener derecho a la paz. Navegar hacia infinitos caminos en la tempestad. Esencia en los desencuentros. Ausencia de inamovilidad. Presencia de todos los abismos en uno solo, y el palpitar libre del corazón. No cabe el disimulo. Ya no. Atormentados caminaremos nuestro final. Libres. Altivos. Al lado de la fuerza que habita en las sombras. En cada laberinto de dolor atravesado con miedo. Ilimitada aventura la de nuestra humildad tan desconocida para los otros. Tan poco ruidosa. Humildad altiva. Pasión soberbia. Orgullo interior. Silencio eterno. Nosotros dos, caminando por estelas infinitas que nos llevan a rutas no imaginadas de horizontes aún por descubir.

Hoy he recordado el silencio de tu abismo. La no sonoridad de tus vivencias, de tus miedos, de tus lágrimas. Las he habitado porque me fueron dadas un día con el tacto de tus manos, con el tacto de tu tacto.


(...)

"Buscamos saber lo que vivimos; vigilar el sueño. Vivir en crisis es vivir en inquietud. Ninguna vida mientras pasa alcanza quietud y sosiego por mucho que lo anhele. Tremenda inquietud que amenaza con devorar nuestra vida. A la par que inquietos nos sentimos sumidos en una soledad sin descanso, soledad porque no sabemos nada, porque no podemos reposar en certidumbre alguna. Estamos solos porque estamos terriblemente inquietos y turbios".
María Zambrano.