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ISLA


Mi presencia no tiene sonido, soy el eco de los pasos que no doy. Miro la mesita vieja y no soy capaz de alcanzar con mi mano el libro que reposa en ella. Las palabras del reencuentro quedan así en un silencioso reposo. Mi mirada se posa en el trozo de horizonte que alcanzo a ver desde la ventana. En el mundo, un cielo intensamente azul. Se puede sentir una brisa limpia y fresca, y la luz reposa sobre las cosas. Al fondo, el verde del jardín. Puedo ver la cajita de mi abuela, el lugar en el que ella recogía cada noche un rosario de cuentas negras. Brillante. Alcanzo a mirar su viejo baúl, que permanece quieto en este salón, sin saber muy bien qué hace en esta estancia, añorando las manos que lo cuidaron hace ya muchos años. No me puedo mover. Sobre mis piernas una manta de colores. Conserva aún el olor de las manos de mi madre. Su quietud y su silencio. Y en la esquina del fondo, un cajonero sencillo, recio y con la pátina de lo antiguo. Cada uno de sus cajones, el hueco en el que mi padre guardaba afectos; una foto, una factura, un recorte de periódico, las gafas del abuelo, folletos de viaje. Encima de esa cajonera, reconozco una foto de hace tiempo; una madre y una hija mecen su risa en una hamaca.

Todo mi mundo sobrecogido por la luz de esta tarde, recogido en cuatro cosas sencillas que han venido a habitar una estancia destartalada y vacía. Mi mundo en el eco de esta sala. Y en la pared más discreta, un cuadro de fondo azul. En él un rostro llora. Se sumerge en al amor que no pudo ser olvido. Vuelvo a mirar por la ventana, el cielo sigue siendo azul. Y un mensaje en el móvil me dice que aún quedan cosas por ser conquistadas; materiales inconcretos en los que la infinitud de la vida irá a posarse, y que vendrán un día a habitar mi pequeña estancia. Mi mirada espera. Y en la quietud de esta tarde, respiro la brisa fresca que me trae el horizonte. El mío. Y pienso todo lo inconcreto que aún está por ser vivido. Mi estancia habita ahora en una isla.

(...)

"Pensar es un vértigo; pero también es la vía maestra para valorar hechos simples, grandiosos. Un hecho simple es éste, el de mi efímera circunstancia. Y es grandioso. Porque pese al futuro finito siento la enormidad de la vida, no por larga, pero sí por intensa. Desencuentros de luz y de tristeza. Añoranzas. Deseo."
Carmen Martin Gaite.