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PERPLEJIDAD



Me conmueve tu no necesidad de palabra. Mi pensamiento se queda perdido ante tu ausencia de sonido. Eres sólo silencio. La ausencia de tu mundo, de tus razones, de tu palabra, convierten el pasado en una imagen inventada, en pura y simple alucinación. En algo creado pero no sentido, en esa parte de nosotros que se sabe pero que no se aprehende, y que quizá un día, se olvida. Eres como un boceto que no es capaz de transmitir, unos trazos pusilánimes en los que la nada habita. La ausencia de palabra, de explicación, de perspectiva es lo que deja a tu mundo sin consistencia. Somos mediante la palabra. Nos explicamos a través de ella. Nunca es certera, lo sé. Pero transita por lo que somos, surge de lo que sentimos, y de una u otra manera, nos damos con ella. Tu palabra no tiene sonido. Quizá tú no lo sepas, pero cuando hablamos, nunca somos ficción. O quizá sí, sí lo sabes. La palabra es un regalo. Y quizá tu no palabra sea simplemente eso, un egoísmo. Nos regalamos a través de la palabra, aunque a veces sea una palabra inexacta, equívoca, confusa y tímida, que a ratos transita a través de lo que aún no nos es conocido; una palabra que tiembla. Otras veces no, nuestra palabra es un sonido rotundo y certero. Incluso, sorprendentemente, y por un instante, puede ser un simple trozo de intuición, una certeza suave, que intenta ser don en la mirada de los demás. Sólo pretende ser esencia, como una caricia. Así es la palabra; inacabada.

Tú habitas el absoluto silencio. Ternura es saber que careces de palabra. Dolor es reconocer que en tu palabra no cabe el mundo que un día inventamos y compartimos. La amistad a veces tiene este componente; la nada. Y me pregunto por qué derroteros caminará una amistad así. O si simplemente caerá en el olvido. Hoy, en el recuerdo de tu presencia, la incertidumbre. Y en su futuro, la nada. ¿Pudiera ser?...

(...)

"Melancolía terrible que deja tras de sí este amor, este conocimiento cósmico, que de tan llenos nos deja luego deshabitados, y que por deshabitados, con un poso no disuelto, no asimilado, con una tristeza venida de la obstinación en querer penetrar lo impenetrable, y en el desamparo en que el humano anhelo queda. El anhelo y la necesidad de desprenderse de la materia idolatrada. Tristeza que sigue al amor, al conocimiento de las cosas de la tierra: "porque estoy triste viajo, y conozco la tierra, y estoy triste."
María Zambrano.