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INCONDICIONAL


No querías leer, pero a cada palabra, sabías que en ellas estabas tú. En la fortuna, en la deslealtad, en ese amor tan grande que desde la responsabilidad, te rescató del mundo. Palabras de una historia muy diferente, jamás vivida, pero que delimitan tu propia historia. Palabras cuyo eco aún cuelga de tu alma, de tu corazón,  de tu más escondido dolor, y de esas lágrimas que a ratos se te escapaban; una congoja que no sabes si es sólo tuya, o le pertenece al mundo. También, el latido de un amor incondicional que agarrado a tus piernas, te sujeta firme ante el caprichoso destino que te vapulea. Y la evidencia del miedo más doliente; el de la soledad, el de no tener una mano a la que asirse. Y piensas en lo sordo que habría de ser tu sonido, de no haber conocido un amor así.

(...)

Y así, la mirada, recogida en su oscuridad paradójicamente, saltando sobre una aporía, se abre y abre a su vez, "a la imagen y semejanza", una especie de circulación. La mirada recorre, abre el círculo de la aurora que sólo se dio en un punto, que se muestra como un foco, el hogar, sin duda, del horizonte. Lo que constituye su gloria inalterable. María Zambrano.